domingo, 20 de septiembre de 2009

Capeas Redux

El mugido televisado no es menos mugido, como tampoco lo es el vuelo asistido de Canuto, eterno gladiador local, al improvisado burladero cuando la vaca se venga, por fin, de tanto cachondeo y se ensaña con el heroico septuagenario, trompazo simultáneo en plaza y pantalla pixelada. La conmoción del graderío penetra en el espacio anexo al gran espectáculo de la capea, el Bar Canela, folclopub, donde se confunde con el repertorio de sevillanas que se escapan en torrente de los altavoces, en medio de la humareda, de los niños cabeceando las partes pudendas de los desconocidos mientras buscan a sus padres, y los mozos con pañuelo al cuello. De entre estos, los hay que no discuten sus preferencias; sujetos al cubata, con la vista clavada en el pantallón de plasma, parecen esperar la repetición del momento, recurrencia de Canuto volador, como si fuera la internada por banda de un hábil extremo, o el delicioso instante en que la guapa de turno pierde el control de una tiranta y acaba siendo víctima de su escote. ¿Para qué molestarse en salir a la plaza? Ejercicio de “mise en abyme” recalcitrante, Canuto aún habrá de volar cien vuelos, y los lugareños todos brindarán por los nuevos viejos tiempos, domesticados, como el tropel de vacas en el interior de un cuadrilátero de resolución Full HD...